El otro día sentado en la puerta de casa de mis abuelos me di cuenta de que cada vez que voy me hipnotiza esta puerta. La cosa tiene un motivo. Detrás de ella había un mundo fascinante. Cuando tenía 4 ó 5 años solía pasarme allí dentro un monton de horas. El tío Pepe, hermano de mi abuelo, tenía, detrás de la puerta, su carpintería. Ya casi estaba jubilado cuando yo me quedaba como un tonto viéndole lijar la madera. Tengo grabada la precisión, el ruidito, ric rac ric rac y sobre todo la paciencia con la que hacía las cosas.
Picture by Lando.
Palabras estériles
Hace 3 años
1 comentario:
Y tanto...
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